MARCO GAVIO APICIO

“Que la lengua del flamenco es de un sabor exquisito nos lo enseñó Apicio, el paladar más refinado de todos los derrochadores" (Plinio)

Marco Gavio Apicio vivió en el siglo I de nuestra era durante los mandatos de los emperadores Augusto y Tiberio. Apicio era célebre sobre todo por sus extravagancias y por su enorme riqueza, que derrochó en su deseo por hacerse con los más exquisitos alimentos, realizados con complicadas recetas. Un hombre completamente fascinado por el arte y el placer de la cocina, hasta el punto de emplearse todavía la expresión “al arte  de Apicio” para referirnos a la alta cocina. Su posición de rico patricio terrateniente le permitió obtener a la muerte de sus padres la nada despreciable suma de 100 millones de sestercios. Con semejante fortuna, nuestro personaje se dispuso a disfrutar de la vida y su forma de hacerlo fue dedicándose en cuerpo y alma a su gran pasión: la comida. Para ello no escatimó en gastos, se rodeó de cocineros, artesanos, productores, ganaderos, bodegueros, etc, un sinfín de proveedores que le buscaban los mejores artículos, pensados para los paladares más exquisitos. Su deseo de experimentar todos los placeres de la mesa le llevaron a extender sus redes hasta los límites del mundo conocido, buscando nuevos alimentos en los lugares más inverosímiles. Ateneo relata que fletó un barco para comprobar si las quisquillas de Libia eran tan grandes como se decía. Decepcionado, ni siquiera bajo a tierra. Al parecer, inventó un procedimiento para cebar a las truchas con higos secos, con el fin de engordar su hígado; así como unas recetas de lenguas de flamenco o de ruiseñor, de pezones de cerda y de numerosísimos pasteles y salsas.


 Tiberio. ( Bajo su mandato se gesto "De re coquinaria libri decem")

Autor segun todos los indicios de un libro de cocina o recetario, mandado hacer por él mismo y que constituye el más antiguo libro de cocina conservado casi en su totalidad. Su título: “De re coquinaria libri decem”, que significa aproximadamente, “los diez libros sobre el arte  de la cocina” y constituye una fuente fundamental para conocer la gastronomia en el mundo romano. En él se encuentran refundidas las recetas originales y las añadidas o suprimidas en copias posteriores. Así hubo recetas que se perdieron por ser excesivamente sofisticadas, sobre todo cuando en su elaboración se nombraban especies o ingredientes desconocidos en la Europa del medievo. Los títulos, escritos en griego, de los diez libros de Apicio, son los siguientes: 

1.- Epimeles. Reglas culinarias, remedios caseros, especias.
2.- Artopus. Estofados, picados, etc.
3.- Cepuros. Hierbas que sirven para cocinar,
4.- Pandecter. Generalidades.
5.- Osprión. De las verduras.
6.- Tropherter. De las aves.
7.- Polyteles. Excesos y exquisiteces.
8.- Tetrapus. De los cuadrúpedos.
9.- Thalassa. Del mar.
10.- Halieus vel halieuticon. Del pescado y sus variedades.

Apicio no fue, sin embargo, el primer autor del mundo clásico que brindó una especial atención a la gastronomia pues sabemos que en Grecia  muchos autores dedicaron a este género varios tratados antes que él. La obra De re coquinaria que ha llegado hasta nuestros días proviene de un manuscrito del siglo V y está lejos de ser la obra original escrita por Apicio. Numerosas variantes del latín utilizado en los diferentes capítulos, incoherencias cronológicas en el lenguaje y partes inexistentes hacen pensar en la recopilación y en los añadidos sucesivos que la obra de Apicio ha vivido a lo largo de los siglos. De esta manera, y según los análisis realizados, los documentos llegados hasta nosotros podrían remontarse a principios del siglo V de nuestra era y son el resultado de añadidos sucesivos. La primera edición impresa de De re coquinaria se realizó en Milán  en 1498, edición de Guillaume Le Signerre (hay una edición editada por Bernardino de Venecia  que carece de fecha).

Otra fuente de conocimiento sobre nuestro personaje son los comentarios que surgieron a raíz de su muerte. En efecto los mayores historiadores romanos dejaron escrita la curiosa forma de morir de este hombre obsesionado por la buena mesa.

Se afirma que se suicidó al saber que su enorme fortuna se había reducido considerablemente. La simple posibilidad de tener que reducir su fastuoso tren de vida, se le hizo intolerable y optó por ingerir una copa de veneno.

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