“El
uso apropiado del té es para divertir a los ociosos, y relajar al estudioso, y
diluir las comidas completas de aquellos que no pueden hacer ejercicio, y no
recurren a la abstinencia”. Samuel Johnson (1709 – 1784).
Con elementos de
poesía y filosofía el Clásico del Té, Cha Jing o Ch’a Ching (茶 经), escrito por
Lu Yu, es un gran tratado sobre el té, un análisis pormenorizado que resulta en
el reflejo de hábitos e ideas que han modelado la cultura del té en China y ha
contribuido a su expansión, particularmente a Japón.
Aún hoy es
posible encontrar traducciones del libro, pero es difícil captar el verdadero
espíritu literario de la obra, escrita en un estilo poético sintético trabajado
por los eruditos de la época, y asimismo comprender el conjunto que supone el
detalle de investigación y análisis desde el origen, la producción, los
utensillos, la elaboración y la forma de beberlo, con algunas especificaciones
que pueden considerarse muy útiles hoy en día mientras otras pueden carecer de
sentido.
Lu Yu vivió
durante la dinastía Tang, en el siglo VIII. Adoptado por un monje budista llamado Zhiji aficionado al té, tuvo allí su primer contacto con la bebida y comenzó el
interés por la planta que se convirtió en una fascinación que le acompaño toda
su vida.
Zhiji preparando té con el
niño Lu Yu
El té comenzaba
a vivir su época de oro en todo el imperio bajo la Dinastía Tang (618-907) y
era producido y consumido profusamente gracias a la transmisión oral que lo
había situado como un producto no sólo de uso medicinal sino de consumo
cotidiano, de forma sin embargo aún muy variada. En diferentes lugares se
practicaban distintas maneras de producción y preparación con desiguales
resultados. Aún no había certeza de su calidad: algunos productores distinguían
la cosecha de primavera como té y las posteriores como ming o té amargo, y no
había acuerdo de cómo ni cuando se debía cosechar y tratar el té.
Lu Yu dedicó
muchos años a la investigación del té, visitó plantaciones, tomó muestras,
indagó, estudió todo lo relativo a su origen, historia y costumbres, y plasmó
todo eso en su gran libro. Al mismo tiempo lo dotó de una visión filosófica
ligada a la evolución del pensamiento religioso de la época en el que el té
simboliza la armonía y la unidad misteriosa del Universo.
Sus ideas
tuvieron gran importancia en el desarrollo del conocimiento y rituales del té
mas allá de la extensa frontera del imperio. Durante la dinastía Tang las
relaciones culturales entre China y Japón fueron nutridas y comenzó a
cultivarse el té en Japón.
La primera
mención de un acto formal que implica el consumo de té en la cultura nipona
data del siglo VIII, sin embargo en ese momento es probable que no se pareciera
mucho a la ceremonia japonesa del té, tan conocida hoy en día a la que se le
concede una importante influencia de este libro.
Ceremonia
de té.
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