BANQUETES DE AMOR Y MUERTE.


"El banquete es el triunfo de convertir una mera necesidad en una fiesta total suavizando a la par la soledad del individuo durante unas horas de especial satisfacción, por medio del gran vínculo de la comida en común". (Mª del Carmen Soler).


La historia de nuestra civilización, de nuestras costumbres y nuestros hábitos, en fin de aquello que realmente conforma nuestra vida cotidiana, casi nunca se encuentra en los llamados Libros de Historia, sino más bien en esos, aparentemente más modestos -a veces incluso considerados frícolos por sesudos eruditos-, que nos explican cómo vivían, vestían y, sobre todo, qué comían y bebían nuestros lejanos y más cercanos antepasados.

Estos "Banquetes de amor y muerte", que María del Carmen Soler reconstituye aquí para los curiosos de nuestra "historia chica" y que hacen revivir en nuestra imaginación esa auténtica ceremonia ancestral que consiste en reunirse para comer y beber, son aquéllos que han quedado, a través de los tiempos, en nuestro recuerdo. De éstos, unos son rigurosamente históricos, otros pertenecen a la leyenda, o al mundo nebuloso de la religión o la fe, y otros aún son invenciones literarias, obras de arte o de ficción aceptadas por su belleza o interés. POrque, como bien dice la autora, "el paladeo de la comida como un arte, además de su imprescindible soporte biológico, corresponde a una humanidad avanzada. Por tanto, banquete, o fiesta del paladar en compañía, equivale a civilización". (...) "El banquete es el triunfo de convertir una mera necesidad en una fiesta total suavizando a la par la soledad del individuo durante unas horas de especial satisfacción, por medio del gran vínculo de la comida en común".

Pero no todos estos rituales gastronómicos fueron -ni son- exclusivamente festivos y amorosos... Si, en la Antigüedad, sangre y muerte los han estigmatizado, hoy conspiraciones y sombrías maquinaciones se forjan en el aparente regocijo de una buena mesa... ¡Conozcamos, pues la historia para recuperar algo de la festividad de los banquetes platónicos y evitar para siempre los de Herodes y Salomé!


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