CAMBIO CLIMATICO

"Ha llegado el momento de dejar de mirar atrás al Protocolo de Kyoto. Las consecuencias del cambio climático presionan tanto que no importa quién fue el responsable por el pasado. Lo que importa ahora es quién responderá por el futuro, y esos somos todos". ( Arnold Schwarzenegger ).



En una declaración, la FAO estableció que es preciso prestar mayor atención al impacto del cambio climático en la agricultura, la silvicultura y la pesca. Además, deberíamos poner más atención en las medidas para adaptarse a ese fenómeno y atenuar sus efectos. En concreto, la agencia de la ONU señala como prioridad lograr fortalecer la resistencia de los sistemas agrícolas a las variaciones del clima. El cambio climático pone en peligro la comida de los seres humanos y dificultará aún más poder alimentar a la creciente población mundial. Los científicos discrepan sobre el importancia, es más, aun sobre la existencia misma del cambio climático. Pero hay una gran unanimidad en que las actividades humanas influyen en el clima, que las temperaturas medias aumentarán 1° C para 2030, y que esto repercutiría considerablemente en la agricultura. El aumento de temperatura acrecentará la evaporación del agua de las plantas y el suelo, empeorará los problemas de agua que ya padecen muchos de los países de clima más cálido y más pobres. En algunas partes pueden generalizarse las plagas y las enfermedades de la fauna y la flora, así como las de las personas, que ya padecen las poblaciones rurales. Los ciclones podrían intensificarse, en menoscabo de las comunidades de pescadores de las costas. Las pautas del crecimiento de la temperatura son tan imprecisas como su alcance.

El aumento de la temperatura probablemente no sea uniforme, ni aun regionalmente. Por ejemplo, en el norte de Europa. Gran parte de esta región tendrá un clima más apacible y una estación agrícola más prolongada, pero los países que hoy beneficia la Corriente del Golfo, de aguas tibias que llegan del Caribe, pueden perder todo o parte de ese beneficio ya que la alteración de la temperatura del agua puede interferir con los elementos que controlan su curso. De modo que Irlanda, el Reino Unido y algunas partes de Francia podrían volverse más frías. Las perspectivas del mundo en desarrollo son igual de ambiguas.

En un estudio realizado en 1996 por la FAO sobre las consecuencias del cambio climático en la producción de cereales, en las mejores circunstancias posibles para 2060 habría 12 millones de personas menos en peligro de padecer hambre, pero en las peores circunstancias habría 300 millones más de personas con necesidades alimenticias en el mundo. Pero el calentamiento del planeta podría tener algunas repercusiones positivas. Lo curioso es que esto atañe al bióxido de Carbono, o CO2, el más conocido de los gases de invernadero. Este gas impulsa el crecimiento vegetal, ya que las plantas están formadas en parte de carbono. En los últimos 100 años se ha duplicado la productividad agrícola, y entre el 10% y el 20% de este incremento puede obedecer al efecto positivo del bióxido de carbono en la agricultura. Esta circunstancia podría ocultar gran parte de los efectos negativos del cambio climático en la agricultura entre hoy y 2030. Las zonas templadas también gozarán de una temporada de cultivo más dilatada. La modificación de las temperaturas marinas pueden producir efectos imprevistos en las pesquerías, y habrá nuevas plagas y enfermedades. Pese a todo, podría irle bien a los países templados. Pero las verdaderas repercusiones se dejarán sentir en las zonas donde la obtención de alimentos a menudo ya es marginal. La reducción más voluminosa de la producción de cereales ocurrirá en los países en desarrollo, equivalente de alrededor del 10%, serán pues los más pobres, que tienen menos medios para hacerle frente a esta situación. Otros estudios más recientes sobre este tema confirman esta desalentadora perspectiva. Con una economía basada esencialmente en la agricultura, África es el continente menos contaminante, pero será el más afectado por las consecuencias del cambio climático como sequías, inundaciones, hambrunas derivadas de una menor producción agrícola y conflictos por el control de los recursos.


Calentamiento global.



Consecuencias que puede acarrear el cambio climático

LA TRUFA, DIAMANTE NEGRO DE LA COCINA.

“…prosiga esmerándose en todo lo que haga y no olvide jamás que desde el momento que entran convidados en casa, nosotros tomamos a nuestro cargo cuidar de su felicidad”. (Brillat-Savarin).

Trufa, su etimología procede del latín “Tuber” excrecencia, tumor. Las trufas son el cuerpo de algunos hongos que desarrollan todo su ciclo vital en el subsuelo creciendo asociadas a ciertos árboles y en ciertas condiciones. Su aspecto es singular; exteriormente es como un tubérculo cualquiera, de color variable, del negro al blanco y el interior lleno de nervaduras y esporas. Tiene un sabor especialmente delicado y un aroma muy penetrante, lo que las convierte en un valioso aderezo culinario. La trufa es un hongo ascomicete, incluido en el tipo de las talofitas. Su micelio vive en las raíces de ciertos árboles, particularmente del género Quercus como las encinas, robles, castaños, y nogales. Crece subterránea y parásita, en terrenos calizos, soleados y permeables, entre cinco y treinta centímetros bajo tierra. Alcanzan tamaños que van desde el de una castaña al de una patata, habiéndose dado casos excepcionales de hasta quinientos gramos de peso.



El pueblo egipcio ya las tomaba rebozadas en grasa y cocidas en papillote. También los judíos hacen mención a su consumo en el Talmud, su libro sagrado. Pero fueron griegos y romanos, como en otras muchas ocasiones los que realzaron su valor gastronómico, concediéndole poderes afrodisíacos. Los helenos las utilizaban cortadas en finísimas láminas para condimentar el faisán. Galeno las recomendaba para “producir una excitación general que dispone a la voluptuosidad”. Plinio en su Historia Natural indica que “es una planta que crece y vive sin tener ninguna raíz, es una callosidad de la tierra, nace espontáneamente y no puede sembrarse”. Los recetarios romanos aconsejaban cocinar estos hongos bajo las cenizas y comerlos con miel. En Roma se valoraban, como manjar entre los más exquisitos, las trufas de Libia. Decía Juvenal, inflexible y satírico censor del exorbitante lujo de las mesas romanas, "¡guárdate tu trigo! ioh Libia! ¡guárdate tus rebaños! ¡envíame sólo tus trufas! rendido a las irresistibles delicias de las trufas de allí procedentes.

La naturaleza misteriosa y subterránea de este antiguo hongo, hizo que durante la Edad Media se le asociara a una manifestación del diablo y cayó en el olvido, prueba de ello es que en libros de cocina de la época, no se hace ninguna referencia a ellas. Sólo volvió a evocarse brevemente durante el Renacimiento, para ser nuevamente olvidada. La consagración de la trufa como reina de la cocina llegará en los últimos dos siglos con su constante empleo en las cortes de los nobles. La cultura alrededor de la trufa corresponde sin duda a Francia e Italia y quien más decisivamente contribuyó a consagrar el valor gastronómico de la trufa fue Brillat-Savarin en su “Fisiología del gusto” o meditaciones de la gastronomía trascendental cuando la denomina “diamante negro de la cocina”. Más adelante asegura que “la palabra trufa evoca recuerdos eróticos y gastronómicos” y, finalmente, afirma ”la trufa no es un afrodisíaco; pero en ocasiones determinadas hace más tiernas a las mujeres y a los hombres más amables”.

Justificado o no su poder afrodisíaco, lo cierto es que a la trufa siempre le ha acompañado una aureola de misterio y superstición debido a diferentes circunstancias entre las que destacan, lo exiguo de su producción que requiere extrañas técnicas de recolección, el empleo de conocimientos del medio natural muy específicos; la aparente desconexión del substrato donde se recolecta y de los árboles a los que se asocia; la escasa información que los recolectores transmiten, para evitar una competencia no deseada; su mercado, poco transparente, en el que los precios y producciones se mantienen siempre en un cierto nivel de secretismo, pero siempre con altas cotizaciones. Todas estas circunstancias influyen en que se pueda hablar de un entorno secreto en el que, al profano, le parece necesaria una iniciación, casi próxima al mundo del esoterismo, y que permitirían clasificarla, coloquialmente, como un hongo misterioso.

La trufa


Las trufas se descubren por el aroma que desprenden. Pero el olfato del hombre no puede distinguirlo, por este motivo se ve obligado a recurrir a ciertos animales que tienen más agudizado este sentido; los cerdos y los jabalíes, que se utilizan en el Périgord, las cabras adiestradas de Cerdeña, los perros, preferidos en Italia y en España. De todos ellos, parece que el mejor buscador de trufas es el cerdo, o mejor dicho, la cerda, que tiene un delicadísimo olfato, y puede olfatear una trufa a treinta centímetros bajo tierra, a diez metros de distancia y con el viento en contra. Una buena cerda trufera puede desenterrar en una sola mañana, hasta quince kilos de trufas; pero este animal ofrece dos inconvenientes graves, es golosísimo de este manjar y tiende a engullir las trufas en cuanto las descubre; y por otra parte, al tener que recorrer grandes distancias en la búsqueda, se necesitan animales jóvenes, de cuatro o cinco meses, y, como consecuencia, cada año hay que enseñar un cerdo joven. Este adiestramiento es bastante lento y complejo. Antiguamente se instruía a los animales llevándoles a un lugar donde previamente se había enterrado una aromática trufa natural, pero hoy se usan, al parecer con igual resultado, algunos quesos de fuerte olor, como el roquefort o el gorgonzola, envueltos en un paño, o bien, trufas en conserva. Tras muchas pruebas, el animal se acostumbra a escarbar la tierra en el lugar de donde procede el aroma.Ligado con una correa al animal trufero, el "cavador" lo sigue paso a paso y desentierra las valiosas excrecencias negras en cuanto el animal empieza a hocicar en el suelo. Después coloca en su sitio los terrones de tierra para no dejar ningún rastro de su paso y no llamar la atención de otros posibles buscadores.

Terminamos haciendo referencia a la cita del poeta y ensayista francés Vaudoyer que escribió “hay dos clases de comedores de trufas, una que cree que son buenas porque son caras, y otros que sabe que son caras porque son buenas”.


"Oro en el bosque" Parte 1/3


"Oro en el bosque" Parte 2/3


"Oro en el bosque" Parte 3/3


LUCIO LICINIO LUCULO

"Cuando perdí el apetito, perdí la razón". ( Lucio Licinio Lúculo )

Lucio Licinio Lúculo vino al mundo hacia el año 110 a.C. Sirvió a las órdenes de Sulla en la guerra civil de 90-88 a.C., y le respaldó contra Mario en la marcha sobre Roma del año 88 a.C. Continuó a las órdenes de Sulla, hasta que éste murió en el año 78 a.C.Lúculo alcanzó el cargo de cónsul en el año 74 a.C., y se le encomendó la dirección de la guerra contra Mitríades, rey de Ponto Euxino. La campaña, aunque con diversas eventualidades, fue triunfante, pero una rebelión de sus tropas, unida a la enorme duración de la campaña, llevó al Senado romano a sustituir a Lúculo del mando, culpándole de usar la campaña en beneficio propio. El mando fue encomendado a Pompeyo, que finalizo la campaña y consiguió la gloria que era debida, en gran parte, a nuestro Lúculo.


Las imputaciones de rapiña y enriquecimiento, no eran gratuitas, porque Lúculo volvió de la campaña riquísimo, convirtiéndose en una de las mayores fortunas de Roma. Desde el 66 a.C., año en el cual fue relevado del mando, Lúculo se consagró a hacer vida privada en Roma. Se construyó una espectacular mansión en el monte Pincio, de la cual hoy sólo se mantiene la parte llamada "Horti Lucullani" o Jardines de Lúculo.

La opulencia y el lujo que le rodeaba, era de tal dimensión, que se convirtió en el ejemplo de la exquisitez y el elegancia. El vocablo ingles "luxury", que se emplea para expresar lujo, exquisitez y opulencia, procede de "lucullian" o luculiano, adjetivación del nombre de nuestro personaje.Casi a diario celebraba espléndidas cenas, en alguno de los doce comedores de que disponía su mansión. Este es el origen de la expresión "cenas luculianas". La exquisitez en la mesa iba unida al fomento de la cultura. Lúculo equipó una excepcional biblioteca, que abrió al público, convirtiéndose en lugar de reunión de las personalidades de la cultura romana, especialmente los filósofos.


La anécdota más popular de Lúculo da lugar a la expresión "Lúculo cena en casa de Lúculo". Nos ha llegado a través de las "Vidas paralelas" de Plutarco, que es la única biografía de Lúculo de que disponemos. Esta frase se emplea para indicar que un exquisito en la mesa lo es en todo momento, sin necesidad de tener invitados, y que un epicúreo lo es de corazón, y no por aparentar. La anécdota, según Plutarco, es la siguiente: Una vez que cenaba sólo, sin tener ningún invitado, le sirvieron una cena mediocre, él, llamando a su mayordomo le amonestó. El mayordomo se excuso diciendo que como no había ningún invitado no había creído obligatorio servir una cena más ostentosa. Lúculo respondió "Entonces, ¿no sabías que Lúculo cenaba con Lúculo?".

Otra anécdota narrada por Plutarco es la siguiente: estaban caminando juntos Cicerón y Pompeyo, cuando se toparon con Lúculo (Pompeyo y Lúculo, a pesar de algunas diferencias en el momento del relevo del mando de Asia menor, no mantenían malas relaciones. En cuanto a Cicerón era íntimo de Lúculo, y le dedicó el segundo libro de sus "Académica", pero era contrario de los epicúreos, por lo que siempre intentaba burlarse de Lúculo y de su forma de vida.). Cicerón le preguntó si era momento oportuno para solicitarle un favor, a lo que Lúculo contestó que por supuesto. Entonces Cicerón le propuso que su deseo era que Lúculo les invitará a cenar, pero solamente la cena que tenía dispuesta para sí mismo. Cogido por sorpresa, Lúculo pidió hablar antes con sus criados, pero sus amigos no se lo consintieron, porque podría cambiar las órdenes que tenía dadas. Lúculo entonces pidió autorización para decirle a los criados solamente que cenaría en el salón de Apolo (uno de los doce comedores de su mansión), lo cual le fue permitido. Con este truco consiguió organizar una cena  digna de sus invitados, puesto que sus criados sabían, por el comedor que se utilizaba, cuanto se debía gastar en la cena. Lúculo tenía determinado un presupuesto para cada comedor, y el de una cena en el Apolo suponía 50.000 dracmas: una auténtica fortuna.

Lúculo es conocido también por haber sido el introductor del cerezo en Europa, trasplantándolo del Ponto Euxino a la Península Itálica. Su obra literaria consiste en una historia en griego que escribió en su juventud y que se ha perdido, y una historia de las guerras de Asia Menor, redactada en los últimos años de su vida. Lúculo murió entre los años 58 y 56 a.C. Según la leyenda, como resultado de tomar un filtro amoroso que su mayordomo Calístenes le proporcionó en cantidad excesiva, con la esperanza de avivar la vitalidad del anciano Lúculo. El caso es que murió de una apoplejía, siendo largamente llorado por el pueblo, que tenía en él a uno de los personajes más populares y estimados de Roma.



LA CEBOLLA

"La vida es como una cebolla, se va deshojando capa por capa, y a veces te hace llorar." (Anonimo)


Cebollas. (Diego Umerez).

Sabemos que la cebolla es de los primeros alimentos que el hombre recolectaba, pues diferentes variedades son silvestres y fue consumida mucho antes de que fuésemos agricultores. Se piensa que es oriunda de Asia Central, probablemente y según todos los indicios, de los territorios situados entre Irán y la parte occidental de la India, lo que constituye los actuales territorios de Afganistán y Pakistan. Los primeros vestigios de su consumo se datan hace más de 5000 años y su éxito radica en que es más duradera que otros alimentos, se adapta bien a todo tipo de climas como de suelos y es fácil de transportar.

Los investigadores han encontrado vestigios de este bulbo en los jeroglíficos egipcios de la primera dinastía de faraones 3200 a. de Cr., nombrada en documentos, en forma de pintura, en sus tumbas o como ofrenda en sacrificios funerarios. En la momia de Ramses IV las cavidades de los ojos fueron rellenadas con pequeñas cebollas y en la de Ramses II se hallaron en la pelvis y en el tórax con objeto de mantener el cuerpo con su forma. Todo ello relacionado con las cualidades aromáticas y antisépticas de la cebolla. Si damos crédito a los relatos de Herodoto, los esclavos que construyeron las pirámides se alimentaban principalmente de pan, ajos y cebolla. Todavía perdura la costumbre entre los campesinos egipcios de acompañar el pan con cebolla cruda. Los egipcios consideraban la disposición de la cebolla, formada por capas concéntricas como símbolo de la vida eterna. Los judíos en su éxodo de Egipto hacia la tierra prometida y cansados del maná enviado por Dios la añoraban ya que era uno de sus principales alimentos como correspondía a su condición de esclavos.


Bodegon con cebollas ( Paul Cezanne )

Del mismo modo, los antiguos egipcios consideraban sagrado el juramento llevado a cabo sobre una planta de cebolla. Su aroma acre les era especialmente agradable, utilizándolo con frecuencia para ahuyentar los numerosos insectos en las riberas del Nilo.

En Grecia fue también muy apreciada, los atletas que participaban en las pruebas de los encuentros olímpicos, consumían importantes cantidades de esta aliácea, no solo tomaban su jugo sino que acostumbraban a untar sus cuerpos con ungüentos elaborados con ella, en la creencia de que otorgaba fuerza, por la misma razón tanto ellos como romanos la utilizaban para alimentar a sus tropas de combate. Esta planta constituía también un ornamento en los jardines de Pompeya y en los patios de las residencias patricias. Tanto unos como otros consideraron a la cebolla muy eficaz en la cura de infecciones oculares, herpes bucales, mordeduras de animales, dolores de muelas y contra la disentería. Serían los romanos quienes introducirían el consumo de cebolla en el resto de países ribereños del Mediterráneo, propagando y desarrollando su cultivo durante la época de dominación imperial.

Acercándonos a nuestros tiempos, en la Edad Media, la cebolla, junto con las legumbres y las coles eran los principales vegetales de la cocina, de los pobres y de los ricos, no perdiendo las consideradísimas virtudes médicas, más bien agregando otras como antídoto contra las mordeduras de serpientes y pérdida de pelo, medio de pago y regalo de bodas. Durante esta época los ejemplares plantados presentaban bulbos grandes, a partir de los cuales surgieron las variedades que se comercializan en la actualidad. De igual modo la consideraban afrodisíaca, un tal Pedro de Crescendi afirmó en su obra “Libro de agricultura” que una mujer caería sin remedio en los brazos de aquel que comiera cebolla. En Francia fue Catalina de Médicis la que introdujo el uso de la cebolla, siendo muy criticada ya que los franceses consideraban a este bulbo como algo bajo y mezquino, indigno de una reina de Francia. Sin embargo, con el tiempo, pasó a formar parte de la mayoría de platos de la prestigiosa cocina francesa.

Al igual que con otras hortalizas y verduras, la cebolla llegó al continente americano a través de los españoles en los primeros tiempos de la conquista, por su poder de conservación necesario para hacer frente a los largos viajes transoceánicos de finales del siglo XV. La facilidad para cultivar esta planta en los climas templados americanos hizo que se incorporara con rapidez a la cocina americana. Aunque se dice que ya existía un tipo de cebolla que crecía libremente en Norteamérica y que sus nativos empleaban como jarabe, para teñir, como cataplasma y hasta para juguete.

Según los científicos, sus propiedades medicinales son infinitas, gracias a un componente único en ella, el disulfuro de alilpropilo, un aceite volátil lacrimógeno que es el causante del lagrimeo de quien la manipula y su fuerte olor. La cebolla es muy rica en compuestos volátiles azufrados, componentes del aceite esencial que le confiere el sabor picante característico y que es responsable de los efectos beneficiosos sobre la salud. La acción directa de este aceite esencial sobre las vías respiratorias facilita la expectoración. Esta acción bactericida está científicamente probada, por eso, se le adjudica a la cebolla la propiedad de combatir diversas infecciones como los resfriados y la bronquitis, y resulta muy útil a la hora de combatir las mucosidades.

Por desgracia actualmente casi se desprecia su presencia en las comidas y sólo aparece en nuestra mesa después de muchas manipulaciones culinarias, con lo que pierde gran parte de sus propiedades curativas y saludables. Que el llanto que provocas siga acompañándonos y como dijo Pablo Neruda  “sales del suelo, eterna, intacta, pura, como semilla de astro, y al cortarte el cuchillo en la cocina sube la única lágrima sin pena”.

EL CANIBALISMO

"Preveo la desaparición del canibalismo. El hombre está asqueado del hombre". (Stanislaw Jerzy Lec).

El canibalismo es la práctica de alimentarse de miembros de su propia especie y, normalmente, se refiere a humanos por parte de otros humanos. El canibalismo se diferencia de la antropofagia en el hecho en que caníbal es aquel que come a un ser vivo de su propia especie, y antropófago es aquel que devora humanos. De ese modo el ser humano que devora a otro ser humano, sería considerado canibal por comer a alguien de su propia especie, y antropófago por devorar a un ser humano. El término proviene de su práctica por parte de la tribu Caniba o Caribe, proveniente de la palabra caniba o cariba utilizada por los Tainos que Cristóbal Colón encontró en la isla de La Española en su primer viaje a América. Entre los seres humanos, el canibalismo es conocido, como práctica común en sociedades prehistóricas y primitivas en todos los continentes. Los motivos ofrecidos para explicar el canibalismo son numerosos y variados. Muchas veces, simplemente, no había comida que comer en otros casos algunos grupos humanos, sencillamente, tenían predilección por el consumo de otros seres humanos, pero sorprendentemente el motivo principal para comer carne humana era para castigar al enemigo, extraer venganza, por motivos religiosos ceremoniales, o por motivos mágicos. Gente civilizada ha tenido que recurrir al canibalismo como método de supervivencia, en situaciónes y circunstancias desesperadas.

Canibales en epoca neolitica

El acto del canibalismo ha sido detectado en muchas zonas del mundo. Algunos indicios señalan su existencia ya en la época neolitico. El historiador griego Herodoto y otros escritores de la antigüedad describieron algunos pueblos caníbales. En la época medieval, el viajero italiano Marco Polo habló de la existencia de tribus, desde el Tíbet hasta Sumatra, que practicaban el canibalismo. También era habitual entre algunos pueblos indígenas americanos, como los iroqueses de América del Norte, los tupinambas de Brasil o los pueblos de la costa occidental del golfo de México. Se cree que hasta hace poco tiempo existía el canibalismo en África central y occidental, Australia, Nueva Zelanda, Melanesia, Sumatra, Nueva Guinea, Polinesia y algunas partes remotas de Sudamérica.

En la Europa postromana el canibalismo era tenido por un delito tan grande que sólo las brujas, los hombres-lobo, los vampiros y los judíos eran considerados capaces de practicarlo. Fuentes romanas autorizadas - César, Tácito y Plutarco - afirman que el sacrificio de cautivos de guerra era algo común ente las llamadas naciones bárbaras de los límites del mundo grecorromano. Los griegos y los romanos de la antigüedad clásica tardía consideraban inmoral todo tipo de sacrificio humano y les trastornaba que los soldados honestos fueran privados de sus vidas en beneficio de los cultos de pueblos tan “incivilizados” como los bretones, los galos, los celtas, y los teutones.


Mujer canibal escultura en marfil de (Leonhard Kern)

Cuando los españoles arribaron a México ya estaban acostumbrados a las muestras de salvajismo y a los derramamientos de sangre, pero no estaban totalmente capacitados para lo que encontraron en México. Era una civilización cuyo arte, arquitectura y rituales estaban intensamente dominados por la violencia, la corrupción, la muerte y la enfermedad. En ningún otro sitio las murallas y las plazas de los grandes templos y los palacios estaban reservados para una manifestación tan concentrada de mandíbulas, colmillos, manos, garras, huesos y cráneos boquiabiertos.

En el continente americano hay manifestaciones de un canibalismo tanto gastronómico como ritual, incluso muchas veces se utilizaba para estrechar lazos de unión entre los comensales. Los dioses aztecas devoraban seres humanos. Comían corazones humanos y bebían sangre humana. Y la función explícita del clero azteca consistía en suministrar corazones y sangre humana fresca a fin de evitar que las implacables deidades se enfurecieran y mutilaran, enfermaran, aplastaran y quemaran a todo el mundo. La principal fuente de alimento de los dioses aztecas estaba constituida por los prisioneros de guerra, que ascendían por los escalones de las pirámides hasta los templos, eran cogidos por cuatro sacerdotes, extendidos boca arriba sobre el altar de piedra y abiertos de un lado a otro del pecho por un quinto sacerdote. El corazón de la víctima era arrancado y quemado como ofrenda. En Centroamérica, el canibalismo ritual era un privilegio reservado a unos pocos, entre ellos los guerreros tequihua que ostentaban este dudoso “honor”. Los niños y cautivos eran desplazados y se repartían su captura entre los nobles y los dirigentes de la guerra. Entre los aztecas la distribución del cuerpo se realizaba más o menos como sigue: El cadáver de la víctima se repartía en tantas partes como guerreros habían participado en su captura (un máximo de seis). Los muslos y brazos eran muy apreciados. También las manos y pies eran -según parece- muy sabrosos. Las cabezas y corazones sólo podían ser ingeridos por los sacerdotes. Aunque la víctima fuera por medio de un ritual religioso, lo corriente es que se procediera a su preparación gastronómica. Así se les hacia engordar en la mayoría de los casos para que el festín fuese aún más satisfactorio al paladar. Afirman que el sabor de la carne humana recordaba a la carne de puerco.

Entre las sociedades del nivel de las bandas y aldeas, el sacrificio ritual de prisioneros de guerra solía ir acompañado de la ingestión de la totalidad o de una parte del cuerpo de la víctima. El día del sacrificio, el prisionero de guerra, atado por la cintura, era arrastrado hasta la plaza, donde era golpeado con una maza ceremonial hasta matarlo. El cadáver era cuarteado y cocinado a la parrilla. Dos siglos después los misioneros jesuitas presenciaron un ritual semejante entre los hurones de Canadá. El jefe hurón a cargo del ritual explicó que el Sol y el dios de la Guerra estarían satisfechos de lo que se disponían a hacer.



Canibalismo de otoño. (Salvador Dali).

Las teorías de Freud que analizan la interpretación de estos rituales sostienen que la tortura, el sacrificio y el canibalismo se tornan inteligibles como expresiones de instintos de amor y agresividad. El canibalismo es la forma fundamental de la agresividad humana porque supone un compromiso entre amar a la víctima en forma de comerla y matarla porque nos frustra. Tal proceder explicaría por qué las víctimas son tratadas con gran amabilidad antes de iniciar su tortura.

En ocasiones, ya no solo sacrificaban por venerar a los dioses si no que también lo hacían por conseguir un status y una recompensa final. Para esto llevaban piezas del enemigo para probar el cómputo de cuerpos que les permitía reivindicar tales recompensas sociales y materiales y la valentía demostrada durante el combate. De aquí surge la extendida costumbre de llevar cabezas y cueros cabelludos en lugar del cautivo entero y vivo.

Torturar a un pobre cautivo significa matar a mil enemigos, la tortura es un espectáculo, forma parte de la naturaleza humana prestar una atención fija a visiones y sonidos excepcionales como la sangre que mana de las heridas, los gritos agudos y los aullidos. Los antepasados o los dioses bélicos se sienten satisfechos por la tortura y muerte de un prisionero.

También cabe la posibilidad de la existencia de motivaciones psicológicas ambivalentes como las engendradas por el complejo de Edipo en las sociedades militaristas basadas en el complejo de supremacía masculina.

Los aztecas transformaron el sacrificio humano de resultado ocasional de la suerte en el campo de batalla en rutina en la cual no pasaba un día sin que alguien no fuera tendido en los altares de los grandes templos.

Las explicaciones tradicionales de la gran escala de esta matanza describen a los aztecas como un pueblo obsesionado por la idea de que sus dioses necesitaban beber sangre humana y, en consecuencia, procedían piadosamente a practicar la guerra con el propósito de cumplir con su sagrado deber. La guerra no era, sencillamente, un instrumento político: se trataba, sobre todo, de un rito religioso, de una guerra santa. Sólo los aztecas consideraron que era santo ir a la guerra con el fin de practicar enormes cantidades de sacrificios humanos.

Otra de las motivaciones que se le atribuye a dichos sacrificios humanos se trata de un sistema para regular el crecimiento demográfico. Pero esta teoría también tiene sus defectos puesto que casi todos los muertos por combate y las víctimas sacrificadas eran hombres. Si los aztecas hubiesen estado sistemáticamente decididos a reducir la tasa de crecimiento demográfico, se habrían dedicado a sacrificar doncellas y a sus enemigos en lugar de hombres adultos.

También se sostiene la teoría de los agotamientos específicos del ecosistema mesoamericano bajo el impacto de siglos de intensificación y de crecimiento demográfico, como en los costos y beneficios de utilizar la carne humana como fuente de proteínas animales a falta de opciones más baratas. Al final del período glacial Mesoamérica quedó en un estado de agotamiento más grave que cualquier otra región en lo que se refiere a recursos animales. El crecimiento constante de la población y la intensificación de la producción, bajo la influencia coactiva de la administración de los imperios clásicos de las tierras altas, eliminaron virtualmente la carne animal de la dieta de las personas comunes. Aunque el maíz y las judías podían suministrar, consumidas en cantidades suficientes, todos los aminoácidos esenciales, las reiteradas crisis de producción a lo largo del siglo xv determinaron que las raciones proteínicas quedaran reducidas con frecuencia a niveles que habrían justificado biológicamente un poderoso anhelo de carne. Siempre había escasez de todo tipo de grasas.

Mas tarde, la disponibilidad de especies animales domesticadas desempeñó un papel importante en la prohibición del canibalismo y en el desarrollo de religiones de amor y misericordia en los estados e imperios del Viejo Mundo.